Esta mañana he estado en una oficina del INEM. Tenía que apuntarme para acceder a un curso de formación. Luego, ya en casa, me he sentado ante el ordenador, y me ha sorprendido un olor desconocido. He mirado a mi alrededor, es curioso que miremos en vez de cerrar los ojos y seguir la pista del olor, y no he visto nada raro. No he detectado la fuente hasta que he bajado la cabeza y he olisqueado mi camiseta. Era el olor de la oficina del INEM. ¡Se me ha pegado el olor a oficina!
Es un olor indefinible a ordenador, cable recalentado, pintura de la última reforma, hastío y bocanada de tabaco fumado en la calle. Es el olor del aire acondicionado y los vaqueros húmedos del anterior solicitante. Es el del sobaco del vigilante jurado con ojeras de tres noches. El de la máquina de café malo y chocolate demencial. Es el olor que hace que la gente odie su trabajo, el que te hace mirar el reloj y suspirar por la hora de salida. El que te recuerda que estás allí sólo por la pasta.
3 comentarios:
Ah, si, lo conozco. Pero mezclado con desodorante de ambientes queda aún peor.
¡Un abrazo!
Pues debo reconocer que nunca he trabajado en ningún lado que así oliera...
Rico, rico, mezclado con aroma a frambuesas, mucho mejor!!
besotote
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