viernes, 24 de julio de 2009

Segundo día.

Lah guirih son asín...


6:30, calor y sol de justicia, y las sillas del escenario Frigo a medio llenar. Van a actuar Cristina Montull Trio con Flor Begue como vocalista. Yo me pongo la visera de medio lao pa quel sol no me calcine una oreja. Salen y se sitúan. Son un trío de contrabajo, batería, y piano a cargo de Cristina, que ejerce de líder. Otra formación salida del vivero de Musikene. Comienzan y la voz de Flor sorprende por su calidez, versalitidad y madurez. Nos van llevando por temas clásicos con solidez y buen hacer y parecen sorprendidos de la reacción positiva del público. ¡Ah muchachuelos! ¡Cómo se agradecen los aplausos! (No son tan jóvenes, y tienen experiencias anteriores en otras formaciones, eh. Es una licencia.) Preciosos skats de la Begue, que aún conserva su acento porteño cuando se dirige al público. Es de allá. Quizás le falte riesgo y locura, forzar los agudos, pero hace disfrutar de lo lindo. Batería y bajo en su sitio, Cristina brillando en algunos solos, también algo comedida. Curioso ambiente de club en la calle y a las 7 de la tarde. Terminan con un So What vibrante. ¡BIEN!

Flor dándolo todo y Cristina relajándose.

Me subo a la carpa Heineken y veo el final de In The Country. Escuchar la música de este trío noruego es como deslizarse por la grieta de un fiordo, resbalar, y sumergirse en un abismo azul para quedar suspendido ingrávido. Si cierras los ojos escapas de este mundo. No te dejan ahogarte, progresan en intensidad y el delirio final te lleva de nuevo a la superficie. ¡Son la hostia!
Buenísima reacción del público.

Me busco una silla en segunda fila porque va a tocar Jake Shimabukuro. Algo me dice (bueno, la revista del festi, la web, los tubos) que esto promete.
Sale el pavo con su gorrita y su camiseta metalera y sus manos son más grandes que el ukelele. Se presenta supersimpático y se pone a tocar un aire español. Es como Andrés Segovia acelerado y dos octavas más arriba. Ya vemos por dónde va. Y a partir de ahí la cascada de notas. El tío puntea la melodía, hace acordes, golpea la caja para marcar el ritmo, ¡y todo a la vez! ¡¡¡Y MUCHAS VECES POR SEGUUUNDOOO!!!
¡¡¡¡UN MONSTRUO!!!!
Había una familia japonesa en la primera fila con un gordo sudoroso en el medio... ¡Y el tío entraba en éxtasis!
La peña le aplaude a rabiar. Cada vez más. El muchacho parece abrumado. Se deshace en elogios hacia "España" y esta ciudad, es su primera vez en Europa, bromea sobre cómo se toca el ukelele en Hawaii y cómo lo toca él, y se muestra encantado de que aquí haya playa y también se haga surf. El tío ha saludado varias veces con un Aloha, haciendo un signo surfero con la mano.
Se lanza a un Bluegrass y resulta apoteósico. 6 ó 7 minutos febriles. ¡Tienen que arderle los dedos! Ni púas ni leches, a pura piel.
Termina y nos levantamos y aplaudimos en pie un minuto. Se acercan unos niños y le dan la mano. El tío no llora porque es un heavy del ukelele que si no...
No le dejamos marchar. Va y toca... ¡El Ave María de Schubert! ¡Te cagas!
Se va, seguramente porque necesita un colacao.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SHIMABUKUROOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!! Es como SonGoku con una guitarrilla.
¡¡¡¡¡¡LA SUPERHOSTIA!!!!!!

Jake Shimabukuro en pleno éxtasis metalero.

Después de aquello los Klezmafour me parecieron lentos y sosos.

Russian Red y Vetusta Morla ya tienen medios y seguidores, así que... que los comente su tía.

Mañana más... mañana que es hoy ja jaja jaj aja ja

1 comentario:

poleteiep34 dijo...

mola tu crónica de rr y vetusta, hubiese escrito exáctamente lo mismo.