domingo, 2 de septiembre de 2007

El León, la tapa y el artefacto.

He estado en León. En la capital. Esa es la razón por la que no he escrito ningún apunte en estos últimos 5 días, exceptuando la aclaración anterior, claro.
Por si no lo he dejado traslucir antes, diré que soy donostiarra. De San Sebastián.
Dicen que es una de las ciudades más caras de España. Otros dicen que no es España, pero ese es otro cantar. Bueno, uno no reconoce esa carestía hasta que no pasea y potea en otra ciudad.
En león pagas un poco menos que en Donostia por potear, sólo que comes gratis. Es una notable diferencia. La afición que tienen esas gentes por cebarte a tapas es encomiable.
Luego, si se te ocurre consultar la sección inmobiliaria de un periódico local, ya lloras. Los pisos a la venta cuestan la mitad, y los de alquiler un tercio. Y encima se te seca la ropa porque no hay humedad. Tan es así, que al barrio de poteo le llaman el barrio "húmedo", por contraposición al resto, aunque las malas lenguas comentan que se debe a que te humedeces por dentro... es como nuestra parte vieja, o las siete calles, pero con un cierto encanto medieval; totalmente recomendable. ¡Qué morcilla, dios!
Cuando descubrí que la ciudad antigua estaba edificada sobre un campamento romano, casi me puse cachondo. ¡Joé, si la catedral está construida sobre la mismísima tienda del jodido tribuno! ¡Salve Legio Séptima Gémina! ¡Cómo me ponen estos romanos...!
No voy a aburriros con sus virtudes arquitectónicas, pero os diré que en esta ciudad metió mano hasta el mismo Gaudí.

Una cosa que me intriga es la abundancia de varones con el brazo en cabestrillo que encontré por sus calles. Estuve tentado de preguntar en un bar la razón de tal circunstancia... pero mi natural pudor me lo impidió.

El barrio húmedo se vuelve cálido por la noche. Sobre todo viernes y sábados. Y su obstinación con las tapas les lleva a servírtelas incluso a las 11:30 de la noche. No entré en los clubs más cool, pero supongo que no te servirán una tapa con el gin tonic ;-)

En otro orden de cosas, León es maravillosamente peatonal, bastante cultural y abundantemente deportivo. Tuvimos la fortuna de toparnos en el paseo del río, que lleva el insólito nombre de Papalaguinda, con unos aparatos deportivos recién instalados, con los que te podías sentir como un American Body-builder en Muscle beach. Aún tengo agujetas en los gemelos. Ahora que lo pienso, esa pudiera ser la razón de los brazos en cabestrillo...


Aquí podemos observar a una amable voluntaria haciendo una demostración de uso de uno de los artefactos.

En fin, León me ha gustado. Incluso lo estoy considerando como lugar de retiro. Aunque tendría que entrenar mi estómago; todavía estoy intentando digerir los calamares de las 23:30... menos mal que para el exceso de calorías tienen esas magníficas áreas deportivas... yo que vosotros las probaba... las tapas... y las áreas ¡qué demonios!








3 comentarios:

Maripuchi dijo...

Cuando vivía en Oviedo, iba a León con regularidad. Desde entonces, ha mejorado sustancialmente su imagen (con la peatonalización del centro, lavado de cara integral de la catedral...).
Bonito barrio de poteo el húmedo.

Gracchus Babeuf dijo...

Desengáñate: Los brazos de los varones encabestrillo se deben a la ausencia de relaciones intersexuales. Los leoneses se apañan solos, hasta dislocarse.

Joder, Maripuchi, estás en todos lados.

Santiago Bergantinhos dijo...

Yo moro y habito en León desde poco ha.

Estoy impaciente porque llegue la Semana Santa, pero no por las procesiones sino... por la "limonada".