martes, 28 de agosto de 2007

Sr. Umbral, ya es Ud. literatura.

Me gustaba ese tipo. Me caía bien, incluso en sus desplantes, pero sobre todo adoraba cómo escribía.
Lo descubrí en su faceta de articulista, y luego, de casualidad, compré en un rastro una edición de bolsillo de "Los males sagrados". Recuerdo que fue como una revelación. Durante meses no pude dejar de leerlo. Volvía y volvía a ese libro, entre las otras lecturas.
Luego, por supuesto, leí bastante más de él y lo que más me fascinaba era su capacidad para hacer con las palabras lo que le daba la gana. Parecía como si el lenguaje le obedeciera. Como si lo reinventara a cada linea.

Y en su faceta púbica me encantaba. Cuando dejó tirada a la Milá porque no hablaban de su libro, yo no pude estar más de acuerdo con él.

Siempre recuerdo una entrevista el la que el periodista comenzaba preguntándole qué tal estaba y Umbral contestaba serio y melancólico: -Mal; me encuentro mal. Qué quiere que le diga. Me siento mal...
Me impresionó ese rapto de sinceridad.

Creo que a Umbral le perdía esa imagen de arrogancia que transmitía. Estoy seguro de que en el fondo no era así.

Nos queda su maravillosa obra. Más de 80 libros de pura literatura.

Descanse en paz, Sr. Umbral

2 comentarios:

Maripuchi dijo...

Muy señor mío:
Queda usted incorporado a mi lista de los cinco blogs para el día del blog que se celebra mañana.
(Más información en mi bitácora).
Atentamente.

Doña Maripuchi.

Anónimo dijo...

Celebro encontrar una de las pocas discrepancias contigo...
A mi Umbral siempre me pareción un gran Bluff. De sus ochenta libros, sobran más de la mitad. Yo no he llegado más que a echar un vistazo a varios... y ninguno me convenció en absoluto. Tengo la seguridad de que si no hubieran llevado su firma, jamás hubieran encontrado editor.
Aplico lo mismo a sus tan loadas columnas. Escribió muchas buenísinas, pero fueron más las anodinas o, directamente, pésimas. No era el lenguaje quien le obedecía. Insisto en que cualquier piernas que escribiera como él hubiera recibido unos buenos coscorrones. Pero tendemos a adorar a los santos por la peana... y de eso se valió Umbral.
¿Llegaste a leer las sobradas que se pegó a la muerte de Rocío Dúrcal?
En fin, sí, descanse en paz. A él sí se lo deseo, no así al fusilador de rojos y separatistas José Luis de Vilallonga.

Un abrazo!!