Esa gaviota blanca como un destello
no sabe siquiera que está viva.
Esa gaviota asciende, gira, planea...
se deja mecer por el viento.
Ríe estridente cuando otra la ofende;
mata sin pudor cuando siente hambre
y se posa en el mar al son de las corrientes.
Esa gaviota podrías ser tú;
o yo.
Pero tú eres persona
y estás condenado a saber que existes,
que estás vivo
y que morirás tarde o temprano.
No envidies a la gaviota porque vuela;
envídiala porque no sabe que es gaviota.
Lo que hace tomarse dos vinos y pasar por el puente del Kurssal. (Desembocadura del Urumea en el mar Cantábrico; Donostia)
2 comentarios:
Yo, ante la última frase, no puedo sino quitarme el sombrero...
Alegra el día (la madrugada para ser más precisos) que esté mejor de sus creaciones y de sus ánimos...
Muy bella su poesía. Y real. Como no uso sombrero me quito el peinetón.
Beso
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