sábado, 28 de junio de 2008

Gaviota.

Esa gaviota blanca como un destello
no sabe siquiera que está viva.
Esa gaviota asciende, gira, planea...
se deja mecer por el viento.
Ríe estridente cuando otra la ofende;
mata sin pudor cuando siente hambre
y se posa en el mar al son de las corrientes.

Esa gaviota podrías ser tú;
o yo.
Pero tú eres persona
y estás condenado a saber que existes,
que estás vivo
y que morirás tarde o temprano.

No envidies a la gaviota porque vuela;
envídiala porque no sabe que es gaviota.


Lo que hace tomarse dos vinos y pasar por el puente del Kurssal. (Desembocadura del Urumea en el mar Cantábrico; Donostia)

2 comentarios:

Necio Hutopo dijo...

Yo, ante la última frase, no puedo sino quitarme el sombrero...

Alegra el día (la madrugada para ser más precisos) que esté mejor de sus creaciones y de sus ánimos...

Duquesa de Katmandu dijo...

Muy bella su poesía. Y real. Como no uso sombrero me quito el peinetón.
Beso