miércoles, 28 de mayo de 2008

Crónica de un crónico.

He estado resistiéndome a publicar esta entrada, a pesar de tener el borrador escrito desde hace meses, porque me parece un asunto muy personal y tampoco es mi intención el ir dando lástima por ahí, pero como no puedo quitarme la idea de la cabeza y mi cuerpo se empeña en recordármelo cada día, como comprobaréis leyendo lo que sigue, voy a soltarlo de una vez, a ver si encuentro alivio o por lo menos conjuro a mis particulares demonios.

Yo nací para crónico. Me hubiera bastado con cronopio, pero el destino ha querido que también sea crónico. Concreta y oficialmente enfermo crónico, como reza un archivo de la seguridad social. Mis dolencias no son graves, claro, sólo alguna es bastante molesta, pero son muchas y crónicas; están ahí, acechando en la sombra, alternando entre el vago recuerdo y la fase aguda.
Ahora las referiré por orden de aparición, y así podréis obtener una perspectiva clara de mi avance hacia la decrepitud.

  • Tuve una rotura en el tobillo izquierdo que deformó ligeramente esa articulación, reduciendo su movilidad, y con los años me ha producido una tendinitis crónica, que torna a dolor agudo si la fuerzo.
  • Tengo la rodilla izquierda intervenida, fruto de una rotura de ligamentos y menisco, que me produce inflamación crónica, una leve cojera, y me impide correr con comodidad. También el dudoso honor de ser biónico, pues llevo un ligamento artificial y un par de grapas.
  • Una lumbalgia crónica recurrente, fruto de mi entrenamiento con pesas, que me provoca rigidez al levantarme, y combato con ejercicios y estiramientos.
  • Y una tendinitis crónica en el hombro izquierdo, también adquirida en el gimnasio, que es la que menos me da la lata, pues ya casi no entreno.
Pasemos ahora a la medicina interna. De arriba a abajo puedo referir:
  • Anillo de Schasqzky. Estrechamiento del esófago que me impide tragar con facilidad. Ya echamos risas con esto en el pasado.
  • Una inflamación inespecífica en el duodeno, que dicen se debe vigilar, por si derivase en algo peor.
  • Trastornos digestivos en general, sin tratamiento específico, que me obligan a ser cuidadoso con la dieta, sobre todo antes de acostarme.
  • Un granuloma fruto de una operación de vasectomía pues, como dijo con sorna mi urólogo que es un cachondo, uno de los vasos deferentes "cascó", y se inflama el muy... provocándome dolor ahí.
Y mi nueva adquisición; la joya de la corona:
  • Una prostatitis crónica, en mi insultante juventud, que varios urólogos consultados niegan pueda tener relación con el granuloma, a pesar de que todas las molestias comenzaron desde entonces e irradian desde esa zona, que a menudo me impide estar cómodamente sentado y orinar con normalidad. Esta afección me obliga a la ingesta de una pastilla diaria y a provocado mi inclusión en la lista de crónicos de Osakidetza.
Contra esta última sigo peleando y recavando nuevas opiniones, pues no me creo completamente el diagnóstico y su nula relación con el granuloma, y además me revelo ante la idea de no poder estar más de dos horas sentado. Hace un año que algunas de estas entradas las escribo de pie. Y del sofá ya casi me he olvidado...

Ya veis: algunos acumulan objetos, otros dinero, y yo acumulo dolencias. Lo que más me jode es que no lo hago voluntariamente... y el dolor, claro. No he cumplido cuarenta años y no hay día que no me acueste o me levante con algún dolor.

Por eso, el día que no he pegado ojo porque el estómago no me ha dejado, me tuerzo la rodilla al bajar por la escalera, me duele el tobillo o la próstata y me he atragantado al desayunar, no estoy para nadie y escribo chorradas como esta.

1 comentario:

David dijo...

Joooooooder, colega no te envidio ni un poquito.

Ánimo, no se me ocurre otra cosa que compadecerte, lo cual es una gran putada.