Cap.5
Mi voz enlatada.
El día que emitieron mis canciones del verano me llamó Iratxe Celis, un poco mosca porque los dos participantes, el tío de Donosti y la señora de Mundaka, tenían el mismo teléfono. Me expliqué, me disculpé, me dijo que las cancioncillas le habían hecho mucha gracia, y al final de la charla se me ocurrió comentarle:
-¡Oye!, ¿Por qué no hacéis un “jingle” con alguna de ellas?-
-Voy a ver que se puede hacer... - o algo así me dijo, y nos despedimos cordialmente.
Y una mañana, escuchaba la radio distraídamente cuando, por sorpresa, vuelvo a oír mi voz interpretando una de aquellas canciones. La habían convertido en una “promo” del “Teléfono del oyente” añadiéndole un simpático parlamento de Iratxe. Quedaba gracioso, aunque he de admitir que mi interpretación, a rigurosa capella y desgañitándome, daba un poco de pena. Se trataba de mi versión blues-Rock de la canción del verano. Pues bien, parece que con una no tenían bastante, y convirtieron en otra “promo” la segunda, el tema a lo Jorgi Dan, con la alusión al lehendakari y todo. Aquí sí que daba pena, cantando de falsete y con una melodía entre la del “chiringuito” y “El baile del gorila”. Aunque bien mirado cumplía el propósito promocional: Si alguien había sido capaz de llamar para dejar grabada semejante sandez, quién no sería capaz de llamar para dejar una opinión sensata.
Con esta introducción quería ilustrar un nuevo aspecto de la participación en la radio: oír tu voz convertida en un “Jingle”, o en un anuncio que se repite periodicamente. Tu voz como producto enlatado.
La primera vez lo provoqué yo, como ya he contado, pero volvió a ocurrir otras muchas veces sin mediar siquiera provocación.
Una de las más curiosas sucedió cuando Radio Euskadi estaba buscando nombre para el programa que sustituiría a “Euskal graffiti” en la nueva temporada. Se les ocurrió pedir a los oyentes que inventasen nombres para sustituir al antiguo, haciendo sus aportaciones en los medios habituales. Por aquel entonces (y lo contaré aunque ahora me avergüence de ello) yo estaba probando métodos para camuflar mi voz al hablar por teléfono; para no parecer siempre el mismo; más que nada porque me estaba sintiendo un “pesao” con tanta llamadita. Lo de impostar la voz o hablar de falsete ya sabía yo que no daba el pego. Así que se me ocurrió tomar una grabadora de mano que tenía por ahí, grabar mi voz, y luego usar uno de sus mandos para reproducirla a media velocidad. Tras un par de pruebecillas logré distorsionarla de manera que parecía la de un anciano. Como el método era muy pedestre luego resultó que hacía un ruido del demonio en su emisión, pero eso también contribuía a su camuflaje.
Llamé para proponer un par de nombres para el nuevo programa, y una vez lo hice con mi voz habitual y la otra usando la grabadora. Pasaron algunos días de silencio administrativo y una tarde la dulce voz de Leire García desliza una promo que me deja estupefacto:
-Nuestros oyentes están proponiendo nuevos nombres para “Euskal graffiti”. “Tarde de radio”... “Magazine Euskadi.”.- Decían las voces de los oyentes. Y tras ellas escucho: - “Esta tarde”- propuesta por mi voz y luego, entre un ruido, mi voz distorsionada diciendo: “Euskal Magazine”. ¡Había rizado el rizo! ¡Mi voz enlatada en una promo, en dos versiones distintas!
1 comentario:
Y luego hay quien dice que inventamos la escritura porque la voz no perduraba...
Lo hicimos, sí... Pero es que en ese entonces todavía no había radio
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