Lo que peor llevo de tener un hijo es que me ha obligado a ser prosaico, realista, yo que siempre andaba divagando y metido en mis propios asuntos, cosas raras a horas raras. Pero esa vida no es para un niño; los niños necesitan hábitos, se desarrollan en el hábito; son felices en el hábito. Y si encima el niño hereda tu natural tendencia a divagar y tú divagas ante él, y es ese el hábito que adquiere, la cosa pinta mala. Así que, además de obligarme a ser prosaico y realista, a vivir el día a día, he tenido que aprender a disimular, enmascarar mi personalidad divagadora y diletante, y aparentar coherencia.
Porque los niños necesitan coherencia. Una cosa no puede ser de una manera un día y al otro de otra; una noche no puede ser ducharse y la siguiente no, porque no te apetece. Necesitan coherencia, por mucho que tú sepas que la realidad también depende de tu estado de ánimo y que el mundo puede esperar hasta mañana.
Así que llevo unos años practicando el realismo, el habito y la coherencia, y me he habituado a ello.
Pensaréis: ¡Qué entrada más rara o más tonta ha escrito el Kanif esta vez! Y tendréis razón. Tenía que escribir algo porque me siento mal. Y me siento mal porque he dormido mal. Mi hijo me ha despertado a las tres de la madrugada y ya no he vuelto a dormirme hasta las 5 ó las 6. Él ha seguido durmiendo como un bendito pero yo me he desvelado. Me suele pasar; he adquirido ese mal hábito ¡Así de prosaico!
Y ahora que lo pienso, ¿el mundo no podía esperar hasta mañana para conocer esto, o incluso no conocerlo nunca? Parece que regreso a mi natural incoherencia...
Y habéis tenido suerte. Pensaba comentar lo del sueco que se ha comido dos trozos de su propio culo para un programa de la tele... pero luego me ha parecido una gilipollez, claro.
1 comentario:
A veces, la rutina infantil se hace bien tediosa ... pero ya se encargan ellos de romperla!! Puf, pachienchia, hermano...
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