Zinemaldia

Hay gente que no ha estado en Donostia durante el festival de cine, y sólo lo conoce por las informaciones de los medios, principalmente la tele. Entonces, viendo la llegada de las estrellas, su paseo por la alfombra roja entre los fans y los flaxes, la gala de presentación, el premio Donostia o la Concha de Oro, piensa que esto no va mucho más allá y que todo el festival se reduce a eso.

Pues no; el Donostiako Zinemaldia es una fiesta del cine que abarca toda la ciudad durante más de una semana.
El festival tiene, además de la sección oficial, otras como Zabaltegui, Horizontes Latinos, retrospectivas clásicas, contemporáneas o temáticas, y las proyecciones se realizan en los multicines de la ciudad, copando prácticamente todas las salas. Hay cine a cualquier hora y en cualquier parte. Hasta se habilita el velódromo con una pantalla ciclópea, convirtiéndolo en una sala para tres mil espectadores.
Los cinéfilos agradecen especialmente las secciones retrospectivas, en las que se pueden ver películas de difícil visionado por otros medios y encima en pantalla grande.

Recuerdo bien un año, cuando mis responsabilidades familiares me lo permitían, en el que me aboné a la retrospectiva de neorealismo italiano y pude ver pelis como " Il medico della mutua", "Picola posta" o la mítica, "Il sorpaso", de Dino Risi, con un exultante Vittorio Gassman. En la oscuridad de la sala, uno podía retrotraerse 30 años, y hacerse la ilusión de que se encontraba en el cine, el mismo día del estreno.

Y luego, para el duro retorno a la realidad, siempre tienes los bares que se decoran con temas de cine, donde comentar la proyección con los amigos. Incluso hay muchos comercios que adornan sus escaparates con temas alusivos al séptimo arte. La ciudad entera se engalana a tal efecto.
Se edita un periódico dedicado exclusivamente al festival, se habilitan carpas de servicios extras, tenéis las terrazas del Kursaal, la Zurriola, la Concha... me tenéis a mí... ¿A qué esperáis para venir?
Empieza el 20 de este mes.
Este año le van a conceder el premio Donostia a Liv Ullmann y a... ¿¡¿Richard Gere?!? ¡Eh! ¡No todo iba a ser bueno!