viernes, 21 de septiembre de 2007

La borrasca canaria.

El locutor de moda, estrella mediática y líder de opinión -hablaré de mi sueldo cuando hables del tuyo- Matías del Álamo, ha renovado contrato con la emisora de mayor audiencia nacional. En esta nueva temporada, además de moderar la tertulia, realizar la entrevista y presentar a los colaboradores, le han encomendado dar la información meteorológica, que le redactan en un tono desenfadado y cercano, al objeto de fidelizar al oyente y reforzar su confianza en el medio.

El primer día de emisión de su magazine todo marcha sobre ruedas, hasta que llega el momento de dar la información del tiempo, y Matías dice “Caranias” en vez de Canarias. Él no se da cuenta, continúa desenfadadamente con el programa y aquello no pasa de ser una leve anécdota.

Al día siguiente, en el momento de la información meteorológica, vuelve a decir “Caranias” por Canarias y tampoco percibe el error, aunque esta vez una colaboradora le corrige amigablemente, lo que contribuye a aumentar el tono desenfadado y cercano que deseaban los directores. El programa discurre alegre y fluido.

Al tercer día, llegado el momento de la información del tiempo, vuelve a deslizar “Caranias” por Canarias, la colaboradora reprime una carcajada y añade algo jocoso a modo de corrección, y Matías se disculpa desenfadadamente tratando de quitar hierro al asunto. El teléfono del oyente registra la primera queja de un canario.

Cuarto magazine, cuarta información meteorológica y cuarta confusión de Matías del Álamo; silencio incómodo de la colaboradora, percepción del error por parte de Matías, disculpa desenfadada y varias quejas de canarios en el teléfono del oyente. Primera llamada al despacho de dirección para el Sr. del Álamo.

Quinto día. Según se acerca el momento de la información del tiempo se puede percibir el nerviosismo en la voz de Matías. Pronuncia las palabras con precaución, silabeando claramente. Ya ha vaticinado el tiempo de la península y pronto llegará al archipiélago de sus errores. Titubea, parece detenerse, pero su profesionalidad se lo impide. Armado de valor, convencido de lo trascendental de su misión, apura el guión hasta el final y dice “Caranias”, firme al timón aunque la nave se hunda. La centralita de la emisora es bloqueada por las llamadas de queja de los canarios. El archipiélago entero es un clamor contra el locutor errado. Matías termina el programa tartamudeando. Vuelve a ser requerido desde el despacho de dirección.

Sexto día. Magazine de la mañana. La audiencia canaria ha aumentado significativamente. Matías está de nuevo al pie del cañón. Un profesional de su talla no escurre el bulto. Aprende de sus errores y renace renovado cual Ave Fénix. Conduce el programa con la maestría que sólo pueden otorgar los años de experiencia. Sin embargo su voz va perdiendo firmeza conforme avanza. Se acerca la sección meteorológica y titubea, su locución se vuelve oscura e imprecisa. Su colaboradora da entrada a la sección del tiempo y se puede percibir la eternidad en esos tres segundos de silencio. Todo el archipiélago está pegado al transistor. La voz de Matías retorna como surgida de un pozo. Comienza a recorrer la península y todavía no es más que una débil borrasca; sin embargo, al avanzar de norte a sur, va ganando fuerza, animada por el anticiclón de la pronunciación correcta. Convertida en un robusto frente, pronto cruzará el mar para llegar a las islas. Canarias es ahora una inmensa oreja. Tienen la borrasca encima y Matías lo expresa con voz clara y firme: -No es nada habitual, amigos; ocurre pocas veces pero, este sábado, lloverá en “Caranias”- Esta vez Matías no termina el programa. Se hunde en silencio. Sus colaboradores se aferran como pueden a los restos del naufragio.


El lunes Matías del Álamo no iniciará el programa, ni lo presentará los días siguientes. El magazine navega a la deriva, conducido por sus colaboradores, hasta que dan con un locutor que guiará la nave. Una prometedora voz que pronto se hará con el timón del programa, que lo pilotará con la maestría del malogrado capitán, que nombrará el archipiélago como uno más de sus moradores, que hará olvidar la contundente presencia de Matías... y que pronto dará la triste noticia de su suicidio.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo ya me pregunto cuantos escucharemos esas radios fuera de su imaginada geografía. Para mí ese horario canario suena arcano, mi radio ibérica marcha por mi jornada transatlántica y así suena extraño el guiño regional que se antoja irrelevante, para mí tanto como el peninsular. Quizás toque terminar con el tiempo. Pero esa es otra historia...
Saludos,
Daniel

Anónimo dijo...

Plas, plas, plas, plas. You're only the lonely, compañero!!!!