viernes, 10 de octubre de 2008

Yo no busco, encuentro.


A vueltas con Steiner, me leo la entrevista de El País semanal, recomendada por el Juke, y me encuentro con una de las reflexiones sobre la que giro constantemente. Día a día vivo enfrentado a ella en mi propio núcleo familiar. Mi mujer pertenece al ámbito docente; yo, modestamente, al artístico. Cuando le pido algún acto de creatividad, ella responde tranquilamente que no se dedica a eso; sin rubor: lo tiene bien claro. Yo, por mi parte, cuando intento abandonar mi ámbito y paso al plano organizativo, normativo, docente, intelectual puro... invariablemente la cago.
Mi hijo es cronopio como yo, quizás aún más acentuado, y sólo puede seguir una escolaridad normal y programada gracias a su medicación; sin ella produce tantas ocurrencias por minuto que su permanencia en un aula resulta imposible. Hasta su cuerpo produce ocurrencias: su mente no descansa y su cuerpo se agita buscando todas las posibilidades de la acción.
Ahora, que ya tiene 8 años, es consciente de su comportamiento y, casi siempre, consigue controlarlo, pero las ocurrencias persisten. Y cuando el efecto de la medicación desaparece, aparecen en mayor medida. Ahora está embarcado en la realización de un programa de televisión de humor, al que ha llamado "La Hora Zapatunda", del que ha dibujado los decorados, donde improvisa diálogos de diez minutos delante de la cámara, y para el que ya tiene ideas de comercialización... No os digo más.

Y ahora fijaos en lo que dice Steiner sobre la creación:

"Ah, la inocencia de un gran creador, el misterio de crear… En la universidad en la que trabajaba solía venir a cenar Henry Moore, el escultor británico. Cuando abría la boca para hablar de política o de otros temas, decía estupideces. Pero cuando hablaban sus manos, te dabas cuenta de que era un gran creador. El misterio de un gran creador es un misterio. No sabemos cómo ni por qué se crea una gran melodía o cómo o por qué se pinta un cuadro. Produce una gran alegría el poder explicar esto y hacérselo llegar a la gente. Pero nunca mezclo la creación con la enseñanza. Un profesor es un profesor."

Considera el acto de la creación artística como un misterio. ¿Y si el misterio fuera sólo la diversidad neurológica? ¿Y si, como se postula actualmente, hubiera cerebros distintos que no tienen más remedio que crear, que son impelidos a ello por una simple cuestión biológica?

Yo produzco ocurrencias. Si algo me excita las ocurrencias asaltan mi cerebro atropelladamente. A mí lo que me cuesta trabajo es no tener ideas; y, por supuesto, controlarlas, ponderarlas, retrasar su momento de ejecución si tengo otra tarea urgente.

Picasso dijo una vez: "Yo no busco, encuentro." Puede parecer muy arrogante pero seguro que él lo percibía así. Que uno sea artista, creador, le viene dado. Y con la experiencia uno mismo llega a percibirlo. Luego las propias diferencias neurológicas, su grado, la vida, las circunstancias, los demás, determinarán hasta dónde llega, pero el "defecto" es de fábrica.
Esa en mi explicación al misterio. ¿Simplona, frustrante, sencilla? Bueno, todavía queda por desentrañar qué es lo que hace a estos cerebros diferentes; aún no han hallado la causa. Es un misterio suficientemente grande.

Y tampoco hay que descartar que mi explicación esté totalmente equivocada...

¿A que se nota que he dormido?

1 comentario:

Ruth dijo...

Me encanta esta reflexión, con la que coincido plenamente. Ya está completamente demostrado que los hemisferios cerebrales se especializan a una edad muy temprana, y que cosas como gatear o revolver el café hacia una u otra dirección te pueden decir qué hemisferio es el predominante en ti. Tú usas el derecho, el de la creatividad (¿no serás zurdo, encima?¿Te has fijado cuantos actores y actrices zurdos hay?), la mayoría de la gente suele usar el izquierdo, de ahí la predominancia de los diestros.
El cerebro humano abarca muchos misterios que nunca llegaremos a descubrir. La sociedad debería dejar de empeñarse en cortarnos a todos por el mismo patrón; aunque ya se están dando pasos hacia la individualización de la enseñanza, todavía nos queda mucho por andar.