Una de romanos.

Yo no suelo hablar de mi trabajo en este blog. Quiero decir del que hago fuera de este blog. ¡Lo que normalmente llamamos trabajo, no sé si me explico!
Luego claro, escribo una mierda como la anterior y vosotros, que no veis lo que hago el resto del día, pensáis con razón, este tío no se esfuerza. Bueno; me esfuerzo lo justo, pero lo que sí es verdad es hace unos días que estoy muy ocupado.
No sólo se han acabado las vacaciones, mi mujer se había ido a un congreso, el chaval me lo he quitado de encima hoy, (ha empezado a la ikastola) he estado compaginando mi trabajo con su cuidado y el de la casa, y han empezado los concursos de R.E., sino que además he estado pintando un grupo de figuras delicado, en un estado de presión especial.
Sí, hace unos días me cubrí de gloria. Me habían dado un toque porque mis figuras habían perdido, calidad, servidumbres del artista, y cuando llego a la tienda con las nuevas, en las que había hecho un esfuerzo especial, abro la caja y las muestro orgulloso... fué tocar la mano del strategos que sujetaba la lanza y arrancársela de cuajo.
-¡Te he dicho que tienes que poner pernos en las uniones delicadas!- Y yo allí, disculpándome con cara de gilipollas.
Así que ahora, en la siguientes, he puesto pernos hasta en sus pelotas, y me he esforzado especialmente en que queden resultonas.
¿A qué viene esta parrafada? A que os voy a poner fotos.

Aquí un centurión, comiéndole la oreja a un legionario recluta, en plan: -Dómine, sí, dómine.

Por detrás también se pintan.

Si llevan un escudo con bonitos motivos... ¡a pintarlo!

La manita del artista para que podáis comparar el tamaño. 54mm de altura.

Un pincel de los que uso habitualmente. Unas cinco capas con degradados por color. Cuatro horas por figura más una de montaje y otra sumando los ratos de desesperación y mentar la madre de los fabricantes...

Bueno, entre otras cosas, a esto me he dedicado a ratos los últimos días.
¡Es normal que escriba mierdas!