jueves, 11 de septiembre de 2008

Nos persigue la desgracia
con sus muelas carniceras,
con las garras infectadas
y charcos de lágrimas y esputos.
Nos lo enseñan por la tele
cuando hablan de hospitales;
cuando la cámara muestra
la sangre de los andenes.
Los receptores registran
estertores de difunto.
Se nos cae la vida a trozos.
Se arroja por las ventanas.
La baldosas mudas, condenadas a mirar al cielo,
beben la vida
y devuelven a la tierra lágrimas turbias.

1 comentario:

Necio Hutopo dijo...

Reconozco que hay experiencias que nos acercan un poco más al pesimismo...
Se nos cae la vida a trozos y, efectivamente, a veces se lanza por la ventana... lo simpático de todo este asunto es que raramente rebota... Pero rebota