martes, 1 de abril de 2008

Gracias, rubia.

Hace un rato que estoy quieto y callado. Los auriculares amortiguan los sonidos que llegan del exterior a mis oídos. Percibo claramente mi respiración. Puedo oírla a través de los auriculares mudos. Mis pulmones se llenan y vacían rítmicamete. Me encuentro absolutamente relajado. Tranquilo. Todo a mi alrededor parece haberse ralentizado. No siento ni frío ni calor. No siento. Mis ojos entornados siguen fijos en la pantalla, pero no leen, sólo registran su tenue resplandor azulado.
Tras varios minutos de letargo puedo volver a pensar. Y pienso: esto podría ser la felicidad.
¡Bendita cerveza de la cena!