martes, 18 de septiembre de 2007

Tres años llamando a la radio.

Así me inicié en los concursos, con los de “Boulevard”, pero en esta radio de mis amores me esperaban muchos más programas con muchos más concursos, con premios de lo más variado y, lo que es mejor, con muchas más oportunidades de hacer el payaso.

Recuerdo especialmente uno que se celebró un 28 de diciembre, y que me dio pie para gastar una broma a los miembros de “graffiti”. También sirve para demostrar que la perseverancia, investigación, obstinación o simplemente la insistencia, acaban dando frutos.

Resulta que aquella mañana en el “Boulevard” se había realizado un concurso sobre el queso Idiazabal, con preguntas sobre sus características. Ni qué decir tiene que intenté participar, pero en esa ocasión no lo conseguí. Jugaron, acertaron, pero una de las preguntas quedó sin respuesta, ya que ningún participante pudo decir con qué leche, además de la de oveja Latxa, se podía realizar el Idiazabal. Con ese asunto rondándome la cabeza me fui a casa a mediodía y busqué en Internet hasta dar con la solución. Por la tarde vuelvo a poner la radio, estoy escuchando Graffiti y de repente anuncian un concurso, con suculento premio, sobre el queso Idiazabal. Os podéis imaginar mi sorpresa. También imagináis lo que hice. Me puse a llamar como un loco. Se me adelanta una señora y le preguntan con qué otra leche, además de la de oveja latxa, se puede realizar el Idiazabal. ¡ Y no lo sabeee!!! ¡ Y yo era el siguiente!!! Ya me conocéis; como tenía la completa seguridad de acertar decido adornarme, así que, cuando Félix me da paso y me pregunta, yo le suelto: ¡Ah! ¿Pero esto no era para cantar?- Y él: - ¡Vaya, ésta si que es buena!- Y mientras dura la sorpresa yo me suelto con el tango “Mano a mano”-sólo algunas estrofas- y cuando, levemente inquieto, Iñaki Espiga vuelve a formular la pregunta contesto: -Karrantzana- que es el nombre que buscaba, y los suspiros las risas y los aplausos rubrican mi triunfo.

Premio suculento, decía. Consistía en una comida para dos personas en el Kursaal de Martín Berasategi. Curiosamente comimos de todo menos queso... pero debo reconocer que estuvo muy bien.

Uno de los mayores sustos de mi vida que, aunque parezca mentira, hizo que un escalofrío recorriera mi columna, lo propició si querer un técnico que recibe las llamadas de directo y les da paso a antena. Ocurrió un viernes en el que escuchaba “Boulevard” y había un tema de participación en directo. Yo llevaba ya dos semanas conteniéndome y no podía esperar más. Así que llamé cuando supuse que podría entrar, el técnico me coge la llamada, explico que quiero participar y me contesta: “-No puedes”.

Durante ese segundo de escalofrío un millar de pensamientos se agolparon en mi mente: “Claro, te has pasado llamando... siempre abusas de los concursos... por fin te han vetado... no te van a dejar participar más...”Y a duras penas logré preguntar: -¿Por qué?- Y me contesta: -Que he dicho que “no cuelgues” y te damos paso a antena.- ¡Le había entendido mal! La sensación de alivio me mantuvo paralizado otro segundo tras el que pude decir:

-Muchas gracias,... no te había entendido.-Y seguí a la escucha hasta mi intervención.

Espero que este ejemplo sirva para ilustrar lo que suponía para mí, en aquella época, poder participar en los concursos.

Me gustaría cerrar este capítulo contando algo más sobre “Graffiti”. (No temáis, no voy a contar lo de Félix y el foie...) Este programa tiene una sección incalificable, en la que se obtienen premios pero no es un concurso, aunque a veces preguntan algo pero dan muchas pistas, en la que a veces se concursa por SMS y otras veces en directo... y que responde al epígrafe G.R.F., o sea Grandes Regalos Fabulosos.

Normalmente por Navidades suelen proponer a los oyentes que llamen en directo para felicitar las pascuas o hablar de algún asunto relacionado, y así la emisora se deshace del material... quiero decir que tiene la oportunidad de premiar la fidelidad sus oyentes con algún obsequio.

Sucedió que era el Día de Reyes, que yo estaba en el taller (a veces me pregunto si voy allí sólo a escuchar la radio...) y propusieron a los niños que llamasen y obtendrían un regalo.

Y eran las 6 de la tarde. ¡El día de las cabalgatas! Así que abrieron los teléfonos y mientras esperaban la primera llamada charlaban, que estaban Natalia, Iñaki y hasta “los pulpos”, y hablaban en animada tertulia esperando, y hacían tiempo, rellenaban espacio hablando, animaban a participar a los niños y hacían tiempo... y ¡no llamaba nadie!, y yo estaba poniéndome negro, y mi cabeza iba a mil por hora inventándome una excusa para llamar -yo no era un niño- y también algo que decir, -siempre intento ser original- y me estaba poniendo muy nervioso... temo aburriros porque ya supondréis lo que pasó. Llamé.

Llamé fingiendo la voz de un niño. No pretendía engañarles, sabía de sobra que no daba el pego, era simplemente que quería quitar hierro al asunto de la larga espera con una nota de humor. Y como había visto hacía poco una foto de J.D, uno de “los pulpos”, me puse a repetir con mi falsete infantil: -¡He visto a J.D, he visto a J.D! En una foto... - y más frases pretendidamente infantiles. Afortunadamente se apiadaron de mí y me pidieron que abandonase esa voz chillona. Yo lo agradecí, ya que tenía la garganta arrasada, y continué charlando con ellos con mi voz habitual. Comentamos la temeridad que suponía pretender que llamase un niño a la hora de las cabalgatas... cosas sobre los desfiles... otras banalidades, y para terminar añadí que, en realidad, mi intención había sido sólo la de charlar con ellos, y no era necesario que me regalasen nada. Sin embargo Iñaki Espiga insistió y así fue como en casa vimos la primera película del niño mago, -que todos conoceréis- asunto en el que íbamos un poco retrasadillos.










1 comentario:

Gracchus Babeuf dijo...

yo también soy radio-dependiente, pero no acostumbro a llamar.Una vez llamé a la SER cuando anunciaron la boda de Felipe y Letizia.

Y llamé para decir que mi pareja también es periodista y asturiana (cosa cierta), y tenía miedo de que la casa real la llamara a más altos destinos. Y se descojonaban.

Paso muy buenos ratos echando pan a los patos, y leyéndote.