miércoles, 26 de septiembre de 2007

No me hallo y no me hallan.

No me hallo. Tengo una psiquis blandita, con tendencia a flaquear y hace unos días que me arrastro confuso y desanimado.
También tengo un corcho donde suelo pinchar papelitos con los temas pendientes para que no se me retrasen demasiado. Hace ya tiempo que colgaba de él una nota recordándome recoger el nuevo DNI y hoy, que tenía un hueco en la mañana y poco ánimo para concentrarme en el trabajo, me he decidido a ir.
Obviaré la desagradable descripción de la comisaría, pero alcanzaba cualquier grado de sordidez que podáis imaginar.
Presento el resguardo y el carnet viejo en la ventanilla, el tipo mira en el bloque que corresponde, luego mira en otro, luego en otro, luego extrae un taco de carnets y los revisa uno a uno... y no me encuentra. Titubea, se dirige a mí y me dice lo obvio y que va a consultar adentro. Desaparece tras una puerta, inmediatamente un tipo obeso ocupa su lugar, con gestos me conmina a que me retira a un lado, pues se está formando una cola tras de mi, y comienza a recoger resguardos y repartir DNIs.
Yo espero escuchando una conversación surrealista entre un tipo trajeado, con pinta de comisario, y una señora con pinta de extranjera, sobre la dificultad de encontrar un traductor para tomar una declaración en danés.
La gente va recogiendo su carnet, preguntando invariablemente si ya está todo, y yo de píe en un rincón, deseando fervientemente que aparezca por la puerta aquel tipo con el mío.
Aparece pero con malas noticias. No me encuentran. Me dice que allí hay 7000 carnets y que si está fuera de su bloque no lo van a poder encontrar. Que si tengo otra foto me hace pasar para comenzar de nuevo el proceso.
Le digo que no tengo ahí otra foto. En realidad no lo sé, pero no tengo ganas de rebuscar en mi cartera ni de pasar.
Me dice que, si no me urge, puede tomar mis datos y un teléfono, y me llamarán si aparece. No creo que me urja, he pasado dos años con él caducado, así que acepto porque quiero largarme de allí. De todas formas el tipo gordo hace un último intento infructuoso, revisa varios tacos con soltura, pero mueve la cabeza negando. Me entrega mi viejo DNI con el resguardo y sigue atendiendo a otros más afortunados.
Cuando me alejo por la calle no estoy cabreado ni indignado; estoy igual de confuso y desanimado que antes. Supongo que no lo encontrarán y algún día recibiré una llamada diciendo que debo ir a empezar de nuevo el proceso. El proceso llevará un par de meses y puede que me surja algún problema por no tener el carnet nuevo. Puede que tenga que viajar o me detenga un poli, como cuando me sancionaron por orinar en la vía pública, y me recrimine por tenerlo caducado y como dijo "por no parecerme a la foto". Y seguramente pensaran que soy un dejao, o un rebelde por no tenerlo actualizado....

No saben que tengo una psiquis blandita, porosa, con tendencia a flaquear y hay días en los que no me hallo.... y en esos días todo me importa un bledo.

1 comentario:

Santiago Bergantinhos dijo...

Pues tú mismo, pero te recuerdo que uno de los indocumentados más notorios de este país, y orgulloso de no tener DNI, es Sánchez Dragó. Tú sabrás con quién te mezclas.