Llevo años escuchando las ventajas de tomar las vacaciones escalonadamente, ya sabéis, antes las cogíamos todos como borregos en agosto, y nos juntábamos en rebaños para atascar carreteras y playas... ¡Ah! ¡Que seguimos igual! ¡Qué despistado soy! Disculpadme.
Bueno, el hecho es que ahora hay mucha gente que trabaja en agosto. Y no sólo en la hostelería. Lo sé porque, desde hace una semana, estoy siendo despertado por un coro de aporreos que hacen temblar las paredes de mi dormitorio. Sí, queridos amigos, están haciendo reformas en el piso de al lado. También lo he deducido por el polvo que se cuela por las ventanas, el que flota en el portal y las huellas de botas chirucas en la escalera. Es muy loable la buena disposición que muestran algunos trabajadores para madrugar; y estos, en particular, se aplican con buen ánimo desde... ¡las ocho y cuarto de la mañana! !!!En agostooo!!! ¡¿Pero es que ya no hay dignidad?!
Supongo que los dueños del piso, con buena visión estratégica, decidieron que les hiciesen la obra mientras ellos estaban de vacaciones y así se evitaban las molestias... ¡Y los demás que arreen! GRRRRRRRR ¡Estoy deseando saludarles a la vuelta!
Con lo obreros no me atrevo... ¡Cómo han cambiado estos trabajadores! Aún recuerdo cuando eran tipos bajitos, peludos y morenos, con acento gallego y generalmente afables.
Ahora son unos tiarrones tremendos, con rastas y tatuajes, que llevan sudaderas macarras y escupen maldiciones. Me estoy actualizando en expresiones de ira.
Sólo coinciden con sus predecesores en que fuman... ¡como carreteros! y en las botas chirucas.
Ya no consigo dormir más allá de la ocho y media; y no sólo por los golpes. Es que me da la impresión de que van a perforar la pared y a darme con sorna los buenos días, mientras yo salto de la cama en calzoncillos.
Cuando el ruido se hace insoportable me escapo a la calle. Mi mujer dice que ahora en agosto todo está abierto y tiene razón; la calle está abierta en canal. Tengo que saltar sobre las zanjas de las obras, esquivar la vallas, hacer equilibrios en las pasarelas y taparme los oídos cuando me acerco a las perforadoras... ¡Más obreros trabajando! ¡Estoy rodeado! Me oculto a llorar en una de las numerosas cafeterías que no cierran en este mes.
Vale... que se trabaje en agosto también tiene sus ventajas: te puedes comprar una sartén, un candado para la bici, te pueden reformar la cocina, hacer testamento... pero, sinceramente, echo de menos aquellos tiempos en los que todo estaba cerrado, las ciudades estaban desiertas... y nadie daba ¡NI GOLPE!
1 comentario:
Bueno, aquí Mikel reportándose porque también tengo un blog un tanto abandonado en Blogger. Muy buena la descripción de la situación y es cierto que hay muchas obras en casas y en la calle coincidiendo con el verano. En mi barrio, en Rekalde, han abierto varias calles para mejorar las conducciones de agua y de luz y claro, hemos estado sin agua y sin luz más veces de las que han avisado porque siempre hay una excavadora que se pasa haciendo el agujero donde no debe.
En algún momento hay que hacer las obras así que piensan que cuando menos gente resulte molestada mejor, en la creencia que la gente veranea en bloque, cosa que no es cierta desde hace mucho.
Ondo pasa!
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